sábado, julio 11, 2009

Quién los entiende?

El tipo tenía la cara de malo. Con guantes como de cirugía y todo, pero negros. Creo que ni saludó. Siete pasaportes. Eso le pasé. El tipo los fue mirando uno a uno y despectivamente los fue tirando, literalmente, a un lado, sobre su propio escritorio.
Nosotros ya estábamos preparados para la habitual bajada del carro y la requisa y demás.
Sólo pasó mi pasaporte por el lector. Sigan. Qué?? Sí. Sigan.
No podíamos creerlo. En menos de 2 minutos ya estábamos en tierras gringas. Mis nenas traían sus tarjetas blancas vencidas. Juana, ni tenía. Sólo nos salvábamos María Isabel y yo, que teníamos las tarjetas en orden. Sofía y Victoria obviamente sin problema por ser canadienses.
Pasamos un día espectacular primero en una playa en Swanton y luego en el muelle sobre el Lago Champlain en Burlington. La que sí no volvemos a hacer es regresar por la 87. El paso en la frontera nos tomó más de una hora.
Fue bastante simpático y casi morimos de la risa cuando la funcionaria preguntaba que por qué las nenas vivían en España y yo no. Es que la mamá de ellas no me quiere, fue mi respuesta. Ella medio entendió con una risa disimulada. Que si alguna vez había tenido algún problema en alguna fontera. Jamais.
Como siempre, la sensación de regresar a casa.

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