miércoles, junio 23, 2010

Terremoto

Por aquí también tiembla. 5.0 grados en la escala de Richter. Ontario (la ciudad), Québec (la provincia). Creo.

1:40 pm aprox. Hoy, junio 23 de 2010.

Se sintió apenas bueno, aunque no todo el mundo lo notó. Por lo menos no en el quinto piso, donde yo estaba.

sábado, junio 19, 2010

Caído del cielo

Mi nueva jefe, Angie, una vieja griega muy querida, me preguntó el otro día que si yo hacía trabajos al lado, es decir, adicionales al trabajo en la Universidad. Le dije que claro, que yo desarrollaba software y que eso era lo que me gustaba. Me dijo entonces que ella tenía un vecino que estaba interesado en desarrollar un sistema. De inmediato lo llamó al teléfono y nos puso en contacto.

Una semana después me reuní con el señor. Era de edad, judío y aparentemente con mucho dinero, por la casa y el lugar donde vive.

El caso fue que me contó sobre un negocio nuevo que estaba montando y un sistema que necesitaría desarrollar para la administración de sus clientes y de los procesos contables y de facturación. Me preguntó sobre el precio y las condiciones. Yo le dije que me dejara pensarlo y que nos reuniéramos la siguiente semana.

Cuando lo llamé para concretar la nueva cita, me dijo que el había estado esperando un correo mío. Seguramente una cotización o algo así. Yo le dije que prefería mostrarle algo cuando nos encontráramos.

La semana que transcurrió entre el primer encuentro y el segundo, yo lo usé para construir un prototipo del sistema, con base de datos y que tal. Pues eso fue lo que le mostré.

En la nueva reunión, me preguntó sobre el tiempo que podría tomar el desarrollo. 3 meses aproximadamente, le dije. Luego me preguntó sobre la forma de trabajo y yo le dije que lo mejor sería por horas, porque encontraba que él iba a estar pidiendo cambios todo el tiempo. De hecho, le dije que el núcleo tomaría 3 meses, pero que el trabajo total, el resto de la vida.

Cuando me preguntó sobre el precio por hora, se escandalizó. Inmediatamente hizo el cálculo en su cabeza y con el estimado de 20 horas de trabajo a la semana calculó el valor total del proyecto. Me dijo que había estimado invertir la tercera parte de eso.

Que si el precio que yo le estaba dando era para que le dijera que sí o que si era para regatear. Le dije que era para que me dijera que sí, que ese era el valor.

Aceptó. Y yo fui muy feliz.

El tipo escasamente conocía a mi jefe. Se habían encontrado un par de veces en la calle, paseando sus respectivos perros.

Creo que la estrategia de iniciar el desarrollo en lugar de echar un carretazo de propuesta funcionó.

Y entonces ya te debo algo? me dijo. Saqué coraje de no sé donde para contestarle: Of course.

Bueno es ver el valor de la factura por las dos primeras semanas de trabajo (incluyendo el prototipo), pero mejor aún es ver el pago de contado y sin complicaciones. Y el cheque! Y las deudas que se van a empezar a aliviar.

Luego les cuento sobre la creación de la empresa y otros detalles.