jueves, junio 05, 2008

Una semana difícil

Al final de la tarde del día lunes, Sue vino a mi oficina. Siempre con su sonrisa y amabilidad. Traía otra carpeta gris con una carta dentro y me dijo que que pena, que ella era nueva y no sabía que la universidad tenía ya un formato para la carta que me había hecho algunas semanas atrás.

No sé si les conté. Hace quince días yo había firmado una carta donde ella me ofrecía la posición, se hablaba del aumento, se establecía el monto total del mismo y los pagos mensuales que recibiría durante los seis meses venideros. Cifras claras, precisas y explícitas.

Volviendo a la nueva carta, me dijo que era igual que la anterior. Me bastó una lectura por encima a toda velocidad para descubrir que el cambio no estaba sólo en el formato. Esta nueva carta hablaba de mi nuevo salario anual, incrementado sólo en un 8% y no en el 16% que era el que estaba en la primera.

Que pena Sue pero esta carta no es igual a la otra. Dijo ella: “Cómo así que no? Simplemente aquí no se establecen los pagos mensuales, porque lo que vamos a hacer es pagarte dentro del mismo cheque, pero de resto es lo mismo”. No, Sue. Si usted revisa la otra carta, mis pagos mensuales se incrementaban en más de 800 dólares y ahora escasamente pasa de 400. Exactamente la mitad.

Ella decía que no tenía la carta consigo y que la iba a revisar. Entonces yo le propuse que la discusión la finalizáramos en ese entonces.

Fue un lunes terrible y el martes peor porque la señora no apareció. La discusión que tuvimos en la casa, con los amigos, con mi papá… Pelear por los derechos o aceptar que se equivocaron. Había fuerzas en los dos bandos.

Finalmente decidí que si peleaba tendría algún chance de ganar pero quedaría en un ambiente terrible de trabajo, especialmente porque Sue es mi jefe inmediata. De otra parte, las referencias que esperaría recibir para cualquier otro nuevo futuro trabajo seguramente no serían las mejores.

Nos reunimos ayer miércoles. Ella explicó que el error había sido de alguien de Recursos Humanos y de ella misma por no haber hecho el mínimo cálculo para verificar la primera carta o la segunda, que se contradecían. El problema era de presupuesto y simplemente el departamento no podía darme el 16%.

Yo le expliqué cómo ya habíamos tomado algunas decisiones financieras en la casa y que la cosa no era tan simple como aceptar unas disculpas.

Me preguntó sobre qué podría compensar el hecho. Respetar por lo menos las condiciones de la carta aunque fuera sólo por estos seis primeros meses. Ella dijo que lo consultaría con el director, Doug, y que me avisaría.

Quedamos en muy buenos términos.

Al final de la tarde volvió a mi oficina para decirme que no había problema con el presupuesto. Que iba a preparar una nueva carta aclarando todo.

Más vale un mal acuerdo…

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