miércoles, julio 23, 2008

Otra de vaqueros

Algunas que me pasan parecen como enviadas directico del cielo (o quien sabe si de más abajo) sólo para mantenerlos a ustedes entretenidos. Qué vaina!

Cuál es una de esas cosas que lo maravillan a uno de Canadá? Pues el servicio de correo. Aquí no se pierde nada. Siempre se puede confiar. Usted puede recibir y mandar hasta cheques por correo. Total contraste con nuestros queridos terruños.

La señora de la casilla tres era la que menos me gustaba. El de la dos era el mismo que nos había dado las visas a nosotros. La de la cuatro, una negrita muy simpática. Cuál nos tocó? Pues la de la tres.

Ellos ya le conocen a uno el cuento y la historia desde antes de que uno se acerque. Ella empezó con preguntas directas. Cómo es que es la cosa? Dónde está la mamá de las niñas? En España. Es que ellas viven allá. Ah. Ok. Pero usted tiene permiso para viajar con ellas? Mmm. Pues, sí. Claro. La mamá es la que tiene la custodia. S­í. Pero usted? Usted puede viajar con ellas? S­i. Por eso ellas están acá. No. Pero para viajar a "América"? Señora, lo único que tengo es el acta de divorcio que dice... Ah. Ok. Sí. Aquí dice que ellas vienen a Canadá de vacaciones. Y América?

Pues el caso es que yo no tenía el papel. Y usted me lo puede conseguir y enviar por fax? Clarooooo. No importa que sea en español? Preferiblemente en inglés. Señora, pero si el papel lo hacen en España y usted lo requiere autenticado, va a ser difícil que el Notario lo haga en inglés. Ok. No hay problema. Yo suspendo el proceso y tan pronto como me llegue el fax, yo le envío las visas por correo. Ok. Perfecto!

Y trajo el sobre de Canada Post para enviarle los pasaportes? No, la vez pasada llenamos un formulario con los datos de mi tarjeta de crédi.... No. Ya no es así. Vea, vaya a Canada Post aquí a tres cuadritas y compra el sobre. Ok. Ya vengo.

Salimos felices y nos pegamos un desaynuo en un restaurante como el de las películas. El desayuno también de película. Pero todo esto, después de haber comprado el sobre, que fue otra historia.

Empecé por decirle buenos días a una señora muy simpática que nos sonreía y estaba al otro lado del mostrador. Ya la funcionaria me había dicho que me alejara del mostrador, s­ólo porque estaba hablando por celular. No iba bien la cosa. Ella no trabaja aquí!, me gritó. Ah, que pena. Cómo espera usted que yo sepa quién o quién no trabaja aquí? La señora me saludó y yo sólo le estaba devolviendo el saludo.

El caso fue que nos vendió el dichoso sobre. Sólo preguntó que si era para un pasaporte o para toda la familia. Le dije que era para dos. Cobró y luego a regañadientes mostró cómo había que llenarlo con el destinatario igual al remitente, según las órdenes de la embajada. Nos despachó tamborileados...

El sobre lo dejamos en la puerta de la embajada pero el papelito que nos habían dado con las instrucciones se quedó en el carro. El guardia dijo que no había problema pero a uno le queda una espinita.

Como me toca irme en este momento, los dejo con la duda.

Como dicen por acá To Be Continued...

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