Una semana movida
Supongo que debo ofrecer disculpas. La verdad es que cada vez es menos el tiempo que me queda para escribir. Prometo, sin embargo, seguir intentándolo y cuando menos hacer una publicación semanal donde, como en ésta, hago un resumen de lo más destacable.
Esta semana, la empiezo a lo gringo, por el domingo.
Me fui con Javier y otro amigo, Leo, para la Ronda. Llegamos muy a las 9 am, para esperar a que abrieran a las 10 am. 40$ menos los 5$ que rebajan por la promoción de las latas de Coca Cola, 35$. Valen la pena. Hubiera pagado hasta 200$ por el día que pasé.
Empezamos con Goliath, la montaña rusa más alta y rápida del mundo. Es verdaderamente buena. La primera caída no se parece a nada. Parece una pared, aunque en realidad es como de 70 grados de inclinación. La velocidad, increíble, como de 110 kilómetros por hora. Las siguientes 3 o 4 caídas son mejores que la mejor de las que hubiera probado jamás en Colombia. De ahí en adelante, la velocidad. Es una máquina muy bien hecha, supremamente suave y silenciosa. Parece del futuro.
Esa hermosura de máquina del futuro se varó en el presente cuando íbamos a llegar al desembarcadero. A 5 o 6 metros de él y a 10 sobre el suelo. Había un problema eléctrico. Estuvimos al sol como una media hora. Los seguros que lo sostienen a uno son demasiado seguros y no podíamos bajarnos. Estábamos atrapados. Lo simpático es que justo a la derecha del vagón había una pasarela perfectamente accesible, con baranda y todo, para caminar hasta el sitio del desembarque.
Finalmente, vinieron los oficiales de seguridad, llave en mano, para quitar los seguros. Me fui a parar con mis amigos cuando nos tocó el turno, porque venían sacando a la gente por filas una por una. No fue posible. Con una mirada prácticamente amenazadora y una orden, me hicieron quedar en mi sitio. Sin seguro y a 10 metros del suelo. Resulta que a cada persona la llevaban hasta el desembarcadero, por la pasarela, y asegurándose de que cada uno se sujetara de la baranda, y escoltado por un oficial adelante y otro atrás. Dos para cada persona! Me tocaba esperar que mis dos amigos salieran primero. Luego del reporte del incidente y de la toma de todos los datos personales, nos dieron pases para entrar por la “sortie” en cualquier juego. Estaban destinados a repetir Goliath.
El siguiente en la lista era Le Monstre. Seguro muchos ya lo conocen, y al igual que Goliath y los que siguen, por las series de Discovery Channel donde muestran las montañas más grandes y rápidas del mundo. De las que monté, ya había visto unas 4 por TV.
Le Monstre es famosa porque está construida casi en su totalidad en madera. Les prometo algunas fotos para esta semana. Como sigo siendo de los pobres, dependo de que mis amigos me dejen quemar todo lo que consignaron en sus aparatos. La montaña no produce mucho vértigo en su primera caída pero sí es bastante rápida y llena de movimiento. Se me asemeja más a una carrera “cross”. Lo otro interesante de la montaña es su estructura y más cuando se le ve desde adentro a 60 o 70 kilómetros por hora.
La siguiente en la lista era Vampire. Desde afuera, muy linda la estructura. Lo extraño de esta montaña es que uno no va encima de los rieles, sino debajo. De allí el nombre. Uno está prácticamente colgado. Aunque la posición del cuerpo es sentado sobre una silla, la misma está agarrada de la estructura por su parte superior. Los pies cuelgan en el vacío. El juego resultó ser mucho más difícil que Goliath. Mucho más rápido y las sensaciones más fuertes. No conocíamos el recorrido y así, cada curva, tornillo y “loop” eran un susto nuevo. Verdaderamente buena. Se alcanza uno a marear, por la cantidad de cambios de dirección no previstos.
Orbita es bastante simple pero no por eso menos emocionante. Un tubo bastante grueso y hasta el cielo de alto. 4 sillas, cada una de 3 pasajeros, agarradas cada una en cada punto cardinal del tubo, en la parte baja del mismo. Uno se sienta, se asegura y espera. Anuncian el despegue. Un despegue! Es un ascenso de unos 40 metros a una velocidad que no puedo calcular. Esa es la sensación. La caída no es nada comparada con la sensación de vacío en el estómago cuando uno es lanzado hacia el cielo.
Splash es la barca típica que navega sobre una corriente de agua y que tiene como único propósito mojar a los pasajeros. Menos mal hacía bonito día. Se diferencia de la del parque del café en que aquí uno va realmente bien sentado y protegido, aunque es más corta. Lo otro divertido es que los incautos deben ser cuidadosos a la hora de la salida, para que el carro que está apenas cayendo no acabe de completar la tarea de lavado. Con su caída, parte del agua desalojada cae sobre el puente de madera que se debe cruzar al finalizar el juego. Sólo se requiere un poco de cálculo y como lo hizo mi amigo Javier, estar pendientes sobre los sitios secos. Allí no ha caído, ni caerá agua. Leo no hizo bien las cuentas.
La siguiente que probamos fue Boomerang. Ya verán el por qué del nombre. Lo que sí debo decir es que el inventor del juego está realmente loco. Cómo se le ocurrió semejante aparato? Voy a intentar describirlo. Empieza con la caída. Por supuesto para caer, es necesario subir, pero no por el otro lado. Uno sube por el mismo lado de la caída, jalado por un cable y en reversa. Es un tren de 6 o 7 vagones, cada uno con capacidad para 4 personas. Luego de la caída, el tren asciende rápidamente y hace un tornillo que nos pone patas arriba un par de veces, para luego hacer otra caída muy emocionante hacia… otra subida. Pero esta nueva subida no tiene nada al otro lado. Ahí para el tren, es agarrado por una cadena que lo hace subir aún más, para completar este ascenso. Estamos mirando hacia arriba, hacia el cielo, en dirección del final del recorrido, en esta última subida, pero sin ningún destino, porque como ya dije, no hay otro lado. Entonces el tren es soltado y se descuelga, obviamente hacia abajo, pero en reversa! Resulta que todos los tornillos y vueltas se repiten, pero esta vez no hay forma de saber cómo va a pasar ni donde vamos, porque viajar hacia atrás y muchas veces con los pies hacia el cielo hace perder la orientación a cualquiera. Mucha velocidad y muchas emociones. Realmente de las mejores.
Le Cobra es otra montaña rusa con forma rara. En el recorrido y sensaciones, muy parecida a Vampire. Acá, la posición es de pie. Exactamente. Uno va de pie, protegido y todo, pero enfrentando la velocidad directamente en la cara. En esta ocasión Javier y yo tuvimos la paciencia para esperar el turno que nos permitiera ser los primeros en el vagón. Es que acá se inventaron un sistema bastante justo para que uno elija el lugar que quiera en los trenes. Al llegar al embarcadero, la fila se divide en 6, 7 u 8 filas más pequeñas, cada una al frente de una línea del tren próximo a llegar. Usted decide cuál hace. Por supuesto las mejores posiciones son las más solicitadas y son las más largas. Si usted tiene paciencia y tiempo, y quiere, pues hace filas más largas.
Repetimos Goliath. Esta vez tuve la valentía de soltar las manos. Creo que estoy en una de las fotos automáticas que por supuesto toman y venden a manos llenas.
Finalmente montamos en una montaña rusa rosadita, que hacía honor a su color. Creo que es exactamente igual a la del Salitre en Bogotá. Tiene un par de bucles que no alcanzan a emocionar a nadie o por lo menos no a los que empezamos por las de verdad.
Fue realmente un buen día. Uno termina muerto. Vale la pena hacer el esfuerzo de comprar un pase para toda la estación, por 200$ y así poder regresar con los niños 2 o 3 días más. Para ellos también hay una infinidad de juegos y espacios increíbles. Me gusta mucho que el parque sea de la ciudad. Es el sector público quien aprovecha los recursos en beneficio de todos.
Noooo, que envidia, espectacular ! y tu como siempre nos haces viajar a tu lado con esa manera tan chevere de describir las cosas. Gracias. Te queremos mucho!
ResponderBorrarMaryit, Felipe, Alexa y Alex