Festival Internacional de Jazz
Siempre quise ir. Siempre dije que una de las cosas chéveres de venir a Montreal era poder asistir al Festival Internacional de Jazz, igual que a la Fórmula 1.
No piense el lector que tengo alguna idea de la música jazz. Cero. Simplemente me gusta. Es un género tranquilo y que me da cierta paz.
El sábado, sin nada que hacer, como para variar, decidí que debía salir. La dueña de la casa ya me lo había sugerido. Yo sabía que el Festival estaba ahí, pero no tenía idea de dónde era o si tenía algún costo. Dada la situación, no tenía la más mínima intención de gastar dinero en eventos. Ella me había dicho que había eventos gratuitos y que además debía aprovechar. Que yo no sabía si iba a tener otra oportunidad. En eso tenía toda la razón.
El sitio se llama Place des Arts. Corresponde a una estación del metro por la que había pasado muchas veces, así que llegar allí era bastante fácil.
Llegué a una esquina de la calle Maisonneuve. Una calle importante de las del centre-ville. Había mucha gente caminando, una tarima y un escenario con el logotipo de General Motors. Me hice a un folleto con la programación del festival que mostraba que había de todo, todos los días, desde el mediodía y hasta la media noche.
Me senté un rato a observar la gente pasar y a esperar que algo pasara. Sólo se veía a los técnicos preparando el escenario en la esquina opuesta y en otro par de escenarios más a una o dos cuadras del lugar.
Luego, decidí caminar, buscando un evento programado para las 5 pm. Utilicé el mapa que venía con el folleto. Resulté en medio de una plaza, rodeada de hermosos edificios, todos dedicados a temas culturales. Museos y demás. Una hermosa fuente. Muchísima gente. Restaurantes, souvenirs y todo tipo de negocios.
Finalmente encontré el primer escenario donde había un grupo de jóvenes tocando una música alegre y con algún tema muy divertido. Ellos lo disfrutaban bastante. En el centro del escenario una muchacha muy hermosa, tocando un instrumento bastante grande, con forma de acordeón (no tengo ni idea de cómo se llama, pero ciertamente no era un acordeón, pues era muy grande)
Me compré una Heineken (6.25$) y caminé un poco por el lugar.
Los eventos son cada hora. Fui a otro escenario mucho más grande en la calle Ste-Catherine, que hace parte de Place des Arts. Otra esquina, mucha más gente. Este era un jazz mucho más tradicional y estaba demasiado lejos como para atrapar mi atención.
En medio de la gente, siempre, animadores y eventos pequeños. Una mujer bailando al estilo árabe, invitando a la gente, a los niños a hacer coreografías. Cantos en español. Payasos y malabaristas. Vi un evento de acrobacias entre dos mujeres, bastante gorditas y de cierta edad, como para que uno pudiera imaginar que podían hacer las cosas que hicieron. Bastante simpáticas, además.
No aguanté la tentación de comerme un hot dog con salsas y todo (yo no como salsas). Una salchicha gigante, por favor. “Epicée?”. “Je ne comprends pas. Qu’est-ce qu’épicée?”. La dama, muy querida, lo dijo en inglés, como siempre. No entendí. Afortunadamente un señor bastante amable que ya se iba, preguntó “español?”. “Si”. “Picante”. No me atreví. 3.75$, sin gaseosa ni nada.
Desde las 7.30 pm ya había gente esperando un evento nuevo en la esquina de Ste-Catherine. Una espera dura, porque uno está sentado en el suelo y los espacios se empiezan a apretar. No sé ni por qué me quedé ahí, pero no me arrepentí. Leyendo en el folleto descubrí que se trataba de una cantante brasilera con un grupo con gente de Québec.
Música brasilera!! Otra de mis favoritas. La cantante resultó bastante buena y la disfruté, incluso cuando comenzó a llover.
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