viernes, septiembre 16, 2011


Hoy o vencer el Complejo del Inmigrante, ¡otra vez!

Hoy nombraron una nueva CIO (Chief Information Officer). Éste es el cargo ejecutivo de más alto nivel en McGill a cargo de los temas de IT, Tecnologías de Información. Es decir, es el jefe de todos los directores de los departamentos de tecnología. Resulta que en McGill no hay un departamento de tecnología sino 5. Sólo el mío, ISR (Ay Es Ar, como lo decimos acá), Recursos de Sistemas Informáticos, tiene más de 90 personas. Sólo para el tema software.

A la nueva CIO se le ocurrió una idea interesante: empezar haciendo una encuesta sobre el nivel de satisfacción de los empleados. Se me ocurre que no le va a ir bien en la medición a la actual Directora encargada del Departamento. (Ella es normalmente la Directora Asociada, un cargo debajo del Director, pero como el Director se fue por razones de salud, ella está a cargo). La verdad es que a ella casi no la quiere nadie, por no decir nadie. Sus políticas y su forma de trabajar no han gustado.

Pues hoy, la señora en cuestión, la Directora Encargada, convocó a una reunión Town Hall. Es como una reunión con todo el mundo en un auditorio como de teatro. Y, ¡oh sorpresa! En la reunión explicó una serie de cambios que podrían beneficiar a los empleados. Un poco la respuesta a muchas de las quejas que se oyen por todas partes. Un poco demasiado conveniente dada la encuesta que se le venía encima, ¿no? Entre los cambios, la idea de crear ciertos puestos nuevos en el departamento para que sólo personas internas a McGill puedan acceder a ellos y de esa manera permitir que la gente crezca en sus carreras. Es que es increíble que aquí haya gente haciendo la misma cosa después de 10, 20, 30 años y más. El número de puestos a llenar es de 5 o 6, ya no recuerdo.

Medio interesantes algunas posiciones (así llamo yo a los puestos en español por tratar de hacer una traducción literal). Analistas de negocios, arquitectos de software, líderes técnicos y otras vainas sofisticadas. Durante la exposición decido echarle un vistazo general a la audiencia. Me toca voltear un poco el cuello para poder hacer un paneo y ver las respuestas faciales en cerca de cien almas. Lo primero que se me ocurre es que no habría forma de competir contra tantos expertos, con tanta experiencia y con tanta cancha en el entorno (incluyendo por supuesto su natural dominio del idioma usado en el trabajo). Ni se me ocurre que pudiera aplicar a uno de los nuevos puestos.

Es que éste es el departamento de informática encargado de desarrollar, adquirir y soportar el software de una universidad con 32.000 estudiantes y 8.000 empleados. Además, es la universidad número 1 de Canadá en términos de calidad. Y la 17 ¡del mundo! (este año), lo cual no es poca cosa.

Hoy me convencí, no sé cómo, de arreglar mi hoja de vida para aplicar a uno de los puestos de analista, el paso siguiente natural para los programadores. Adrienne, la ex de Richard y quien trabaja aquí como Analista de Negocios, se ofreció a ayudarme. Siempre fue que me dio un par de buenos consejos. Algunos textos de la hoja de Fabricio, otros de mi propia inspiración y quedé listo para aplicar.

No apliqué. Creo que se me venció el plazo y las ganas. Es que no estaba tampoco tan seguro de querer pasarme a hacer un trabajo lejos de lo técnico, lleno de reuniones y documentos. El caso es que no lo hice y ya no hay nada que hacer.

Hoy llegó la nueva Directora del Departamento. ¡Por fin! La nueva CIO en propiedad resolvió el tema y es por eso que ahora tenemos dirección, también en propiedad, luego de más de un año, creo. Son nuevos aires y nadie puede saber si va a ser mejor o no, pero lo cierto es que la actual dirección y el ambiente general están lejos de poder ser peores.

Hoy publicaron una de las otras posiciones anunciadas, la de Gerente de Servicios de Programación (o algo así, aquí lo llaman “Manager, Programming Services”). De nuevo se me llena la cabeza de cucarachas (intenciones, deseos, miedos). En especial no puedo olvidar la cantidad de gente experta que va a aplicar, que necesitan el puesto y que además seguro se lo merecen. Y tampoco puedo olvidar lo bien que ellos se desenvuelven, repito, no sólo en el entorno sino con el idioma.

Porque yo sigo diciendo que no hablo inglés.

En mayo completo 5 años de estar trabajando en ese idioma, pero sé que eso no es suficiente. Aún hay montones de cosas que no entiendo cuando me hablan y montones de cosas que no sé cómo decir y que me toca siempre contornear para poder explicarlas. (Porque como no creo en eso de “perfeccionar” el idioma…). Y esa tendencia que tiene uno a compararse con los nativos y su forma tan fluida de expresarse y su extenso vocabulario y su acento y demás. Como si uno tuviera que hablar exactamente como ellos para poder comunicarse. (Complejo del Inmigrante, ¿otra vez?)

Hoy decidí que iba a aplicar. Es la curiosidad que me mata. ¿Cómo será el proceso? ¿Cuánta gente aplicará? ¿Qué preguntarán en las entrevistas? Pues un par de refinamientos más al résumé y a enviarlo por email (en inglés, el nombre de las hojas de vida es résumé, una palabra francesa con acentos y todo). Nada que hacer. El botón de enviar fue presionado hace un par de segundos y ya no hay vuelta atrás. Bueno, al fin y al cabo tampoco hay nada que perder. Seguro ni van a considerar mi hoja de vida.

Y es que el puesto no sólo es de un nivel superior sino que además es de “manager”. Es decir, no sólo hay que saber de lo técnico sino que hay que tener pericia en el manejo de personal, de proyectos, de presupuestos. Y hay que tener personal a cargo. ¡Y la responsabilidad!

(Lo que sí es cierto es que preparé mi hoja de vida lo mejor que pude. Hice mi mejor esfuerzo.)

Hoy me citaron a una entrevista para el puesto. La verdad es que fue toda una sorpresa. La fecha fue fijada para dentro de una semana. Decidí que ya que empecé el proceso, pues nada pierdo con ir. Cosa que de todas maneras no me quita los nervios. La entrevista es con la nueva directora del departamento, la directora asociada (la que no queremos y que ocupaba el cargo de directora antes) y el jefe de recursos humanos. Imagino que aunque programaron una hora, seguro salen de mí en menos de media y asunto concluido.

Hoy fui a la entrevista. Hora y media. ¡Qué vaina más difícil! No fue una entrevista. Fue un bombardeo. Hasta que de qué me iba a morir. No esperaba algo así. La directora asociada tuvo que retirarse media hora antes de terminar. La única buena noticia que me dieron es que la posición, que originalmente iba a depender de la Directora Asociada, ahora va a depender directamente de la Directora del Departamento. Claro que tampoco sé por qué lo bueno de la noticia si la posición va a ser para quien sabe quién. No puedo imaginar quien puede tener la capacidad para haber respondido en forma correcta semejante andanada de preguntas, de problemas hipotéticos y además haber propuesto las soluciones que ese jurado esperaba. Ayayay. Bueno, salí de eso y ahora puedo descansar del asunto. No deja de ser una experiencia realmente interesante.

(Lo cierto es que en la entrevista hice lo mejor que pude. Di lo mejor de mí.)

Hoy me llamó una de las funcionarias de Recursos Humanos para decirme que yo había pasado a la siguiente etapa y que necesitaba coordinar conmigo una cita para un par de exámenes escritos. No me lo esperaba. ¿Será que ponen a todo el mundo a hacer las pruebas escritas sin importar el resultado de las entrevistas? De pronto es una manera de garantizar más transparencia en el proceso por aquello de la pluralidad. Pues no hay de otra. Debo asistir y aguantarme el estrés que me causan los exámenes. ¿Y el tema? Ni idea. Bueno, mejor así porque entonces no tengo nada que preparar.

Me dieron media hora para el primer examen y una hora para el otro. El primero, relativamente trabajable. Un escenario en el que yo estuve enfermo durante una semana y al regresar me encontré con un montón de problemas y solicitudes. ¿Cómo organizaría usted su día y como asignaría las prioridades? El segundo, más complejo. Varias preguntas técnicas, muy técnicas acerca de tecnologías, estándares y casi que definiciones sobre cómo tomaría ésta o aquélla decisión en el caso hipotético de obtener el puesto.

El principal problema de un examen  escrito en inglés es el idioma. En serio. Bueno, el idioma y la falta de herramientas. Es que una cosa es escribir en el computador, con la ayuda de Word y de Google Translator y otra muy distinta en un papel y sin muchas opciones de corregir o reescribir un texto que no suena bien o algo. ¡Ay! Y la redacción y el estilo y otro mil de cosas que obviamente uno no tiene. ¿Me irán a entender algo?

El caso es que me salí de todo el asunto como en 50 minutos. Un viejo vicio de la universidad. Si uno no sabe mucho, pues para que gastar más energía y estrés en un examen esperando la inspiración del Sagrado Corazón de Jesús que casi nunca llega a menos que uno sea profeta o escritor de libros sagrados. Fue un descanso haber salido de eso. Otra suma más a la experiencia.

(Lo cierto es que en el examen hice lo mejor que pude. Hice mi mejor esfuerzo.)

Hoy estaba en la casa y me dio por leer el correo de McGill. Un mensaje venía de parte de la nueva directora diciendo que me iba a invitar a una reunión de seguimiento a la entrevista. ¿Una qué? No entendí ni jota. ¿Seguimiento de qué? ¿Cómo así que seguimiento a una entrevista? ¿Eso qué es? Pocos minutos después llegó la invitación a la reunión a través de Outlook. Una hora. Sólo con ella.

Pues con Juana le dimos vueltas al asunto y la única conclusión a la que pudimos llegar es que me había ganado el puesto. Si la reunión fuera para decirme que no fui aceptado, pues 10 o 15 minutos serían suficientes. ¿Para qué programar toda una hora? Sólo se me ocurre que ese tiempo y sólo con ella es para confirmar que gané el puesto y seguramente tendríamos una charla introductoria sobre mis nuevas responsabilidades. ¿O la negociación del nuevo salario?

Me equivoqué.

Hoy tuve la reunión y el puesto no es mío.

La directora dijo que yo era el candidato preferido. Dijo que yo NO tenía todo lo que se necesitaba para el puesto pero que podría tomar el riesgo y que yo también tendría que tomarlo. Que sería duro. Que ella me entrenaría. Que ella podría contratar a alguien de afuera con todas las calificaciones requeridas, pero que podría preferir intentar conmigo que ya estaba adentro y que conocía la cultura de McGill. El otro motivo de la entrevista era el de aclarar muchas de las respuestas que quedaron “cojas” en el examen. Tuve que explicar que no había sido posible plantear toda una estrategia para un puesto como ese, en una hoja de papel y en 60 minutos. Todo salió muy bien pero no había nada concluyente. Dijo que sería necesario pasar una entrevista con la CIO y que me citarían próximamente.

A propósito, la vieja me encantó. Súper agradable, inteligente, amable. No lo había percibido así en la primera entrevista.

(El caso es que en ésta entrevista di lo mejor de mí. Hice mi mejor esfuerzo.)

Hoy me llamaron para citarme a la entrevista con la CIO. Esta nueva entrevista es con ella y con la directora, nuevamente.

A esta altura del paseo, pienso que el asunto es un mero formalismo pero igual el pan siempre se puede quemar en la puerta del horno.

Hoy tuve la entrevista con la CIO y la Directora. Fue bastante interesante y hasta entretenida. Sólo espero haber dejado una buena impresión. El caso es que el puesto parece más complejo de lo que yo creía y que los cambios que ellas pretenden aplicar en la organización van a ser grandes. Me dijeron: te dejaremos saber “shortly” (pronto). ¿Eso viene siendo como cuándo más o menos? La ansiedad empezó a crecer. Conocidos cada uno de los pasos del proceso, suena a que un nuevo acontecimiento debería ocurrir antes de una semana.

(En esta entrevista también di lo mejor de mí. Mi mejor esfuerzo.)

Hoy han pasado casi una semana y media luego de la última entrevista y me encontré un mensaje en mi contestador de la oficina. La Directora quiere hablar conmigo.

Fui a hablar con ella. Buenas noticias: el puesto es mío.

PS. Hoy hace ya más de una semana que tuve la última reunión. En ella me habían hecho una oferta salarial que no acepté de forma inmediata. Hice una contraoferta y aún espero por una respuesta. Hoy me dieron la respuesta. Aceptaron mi petición.