La ciudadanía
La carta de acuse de recibo tenía que llegar como hoy o mañana. 8 meses después de enviada la solicitud. Pues así fue. Llegó hoy. Nada especial. Una carta explicando que hay que estudiar, que hay que saber hablar francés o inglés en conversaciones simples y que una oficina local nos va a citar a un examen O entrevista O ceremonia. No dicen cuándo. Junto con la carta, el folleto que también está en Internet pero que uno no se anima a estudiar. 60 páginas de datos, historia, geografía, política. Agradable lectura, pienso yo.
Son días de calma. Sin mucho agite. A punto ya de cumplir 3 años en McGill, lo que me representa 4 semanas de vacaciones, en lugar de las 3 de base. Victoria, a punto de sus 2 añitos, hablando más que todos los demás niños juntos. Contando hasta 10 en 3 idiomas. Recitado, por supuesto. No creo que realmente conozca los números. Caperucita Roja, Blancanieves y el Renacuajo Paseador (alias Rinrín Renacuajo) sí se los sabe de memoria. Ya no hay forma de leérselos porque no deja. Los recita antes que uno.
El otro trabajo también va ahí. Un poco más tranquilo el ritmo que al principio, pero bien. Es mucho lo que ayuda para salir de deudas. Mi cliente me confía cada vez más tareas de tipo administrativo y de negociación, lo cual le pone otro picante al asunto. Lidiar con proveedores, por ejemplo, me hace ejercitar otro tipo de vocabulario.
Ya compré mi guitarra. No sé si por ésta ser de mi propio bolsillo estará inmune a que mi papá quiera que se la preste (porque la de él se rompió) para nunca devolvérmela (como me pasó en varios cumpleaños de mi infancia). Bueno, también es cierto que le queda medio fregado pedírmela, por aquello de la distancia.
Es que me decidí. A hacer ruido. Algún sonido le tengo que sacar a esa vaina. Tengo más ganas de puntear que de tocar acordes, pero por ser el principio estoy decidido a hacerlo por donde toque. Mi papá me mandó unas partituras en formato electrónico. Sólo son 82.000 canciones, pero como él dice, me puedo entretener con las primeras 20.000. Las partituras pueden ser leídas por un software llamado Guitar Pro, que va tocando con uno, al ritmo que uno quiera, mostrando las teclas del piano o las cuerdas y trastes de la guitarra, combinando y mezclando tantos instrumentos como uno quiera. Literalmente, una nota!
En esta etapa de la inmigración creo que a lo que más me cuesta adaptarme es a la tranquilidad. Ese cuento de que siempre hay plata para pagar las facturas y de que el trabajo es estable, definitivamente no es de nuestra cultura.
4 capsulitas de temas que traigo entre el tintero desde hace un rato:
1. Universidad de Québec à Montréal. Programa de Ecología de la Facultad de Ciencias. Curso de Legislación Ambiental. Primera clase. El profesor le pide a uno de los estudiantes que por favor lea un texto (en francés). No profesor. Que pena, pero yo no sé leer en francés. Ok. No hay problema. Siguiente. Así son los países llenos de inmigrantes. Inmensa tolerancia con las dificultades de la lengua. No les queda de otra.
2. No me consta. Me llegó el chisme, pero parece cierto. Si usted está amarrado a una belleza de esas de contrato a 3 años, usted ya lo puede romper. Legislación reciente. El proveedor del servicio no le puede cobrar más de 50 dólares de multa, creo. Para que se averigüen.
3. Contrato de arrendamiento. Usted tiene todo el derecho de cederlo, si quiere. No es cuestión de si el propietario quiere o no. Usted puede. Todo lo que usted debe hacer es conseguirse a quien cederle y presentárselo al propietario, mediante los formularios apropiados. El propietario tiene un plazo de 15 días para estudiar al nuevo inquilino. Si no dice nada, aprobado. Si dice algo negativo, más le vale que sea serio porque uno tiene derecho a apelar esa decisión y de llevarlo ante la Regime de Logement, donde ellos pueden decir: “de malas, el inquilino nuevo sí sirve”.
4. Acaban de aprobar una ley en Québec para arreglar el tema de las escuelas pasarelas. La larga historia, corta. Si usted tiene los medios, puede meter a su hijo a una escuela privada en inglés. Pasados los 3 años, usted tiene el derecho de que su hijo pueda seguir asistiendo a la escuela pública en inglés. Interesante opción.
Les merece algún comentario lo dicho?